LOS
PEQUEÑOS GLOBOS AEROSTÁTICOS
Los pequeños globos
aerostáticos
de fabricación casera, que
la gente pone a volar
los 31 de diciembre, desde
azoteas y balcones,
como una expedición de
carabelas que surcan
el cielo iluminado por los
fuegos artificiales.
Se parecen a los poemas que
me gustan.
Tienen una estructura
precaria
y celebran el fin de un
ciclo.
Una combinación de factores
aleatorios,
el viento, la combustión, la
altura y los obstáculos,
definen su trayectoria y qué
tan lejos pueden llegar.
Desaparecen esa misma noche,
enredados en las ramas de un
ginkgo
o dando tumbos por el Camino
del Ministro Inglés,
pero lo que importa es la
impresión que dejan,
los comentarios de la gente
cuando los señala.
Es dramático ver cómo se
incendian.
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