Del caminar sobre el hielo (fragmento)
Por Werner Herzog
Sábado 30 de noviembre
“Nieve y más nieve, granizo y lluvia, lluvia y granizo. Maldigo la Creación. ¿Para qué todo esto? Tan mojado voy que evito cruzarme con la gente en el campo embarrado, para no tener que mirarlos de frente. Al llegar a las aldeas, me siento incómodo. Delante de los niños, finjo ser del lugar.”
“Tailfingen-Pfeffingen-Burgfelden-Schalksburg-Durrwangen-Frommern-Rosswangen-Dottershausen-Dormettingen-Dautmergen-Tabingen-Grosslingen-Irstingen-Thalhausen-Herrenzimmern-Bosingen. De vez en cuando vuelvo los bolsillos de mi chaqueta y los retuerzo como trapos mojados. En Irstingen, en el hostal, se celebraba una boda. Nubarrones negros y grises cubren la tierra preñados de lluvia. La nieve mojada recubre los campos, y el entorno va oscureciéndose. Todo desierto: ni aldea, ni hombre, ni refugio alguno. En el albergue de Herrenzimmern leí que se alquilaban habitaciones a los viajantes. A parte de la mesa de los parroquianos, la sala de abajo está vacía. Detrás del mostrador, un pálido granujiento, aproximadamente de mi edad. Le pido una habitación para la noche, pero lo primero que hace es examinarme de la cabeza a los pies. Se había cortado, afeitándose, por la mañana. Por cortesía, dado su aspecto granujiento, sólo miro sus manos. Voy a preguntar, me dice, y va a buscar tras la puerta una respuesta negativa. Completo, anuncia a su regreso, pero todo estaba vacío. Con aprobatorio silencio, los clientes parecen respaldarlo: no se le alquila a un tipo como yo, ¿tendrá con qué pagar? es lo que traslucía aquel rostro de asno perfecto. Voy tan mojado, que no se me ocurre ninguna respuesta.”
“En Bosingen, hallo albergue en una casa particular. Dos mujeres, una abuela y la hija, me abren inmediatamente su corazón, y esto me consuela. Me ofrecieron una tisana con hierbabuena, unos huevos al plato y un baño caliente. En el televisor, el meteorólogo anuncia buen tiempo mañana. La mujer trabajaba a domicilio, cose sostenes color rosa, y tiene ya una pila en la cocina. Me hubiera gustado sentarme a su vera y verla trabajar, pero estoy demasiado cansado.”
Caminando de Munich a Berlín (fragmento)
Por Oskar Fischinger
Werner Herzog caminó a pie desde Munich hasta París en 1974. Sobre ese viaje escribió un diario.
Oskar Fischinger caminó a pie desde Munich hasta Berlín en 1927. Sobre ese viaje filmó un cortometraje.