<<<

  De una ciudad / Agota Kristof

Versión al castellano de Julieta Carmona Lombardo

Era pequeña y silenciosa, con casas bajas y calles estrechas, sin ninguna belleza especial.
No sé por qué hablo tanto de ella, creo que si me callara la sombra de las montañas altas y oscuras que la rodean me ahogaría.
Allí, durante el crepúsculo, el cielo a veces adquiría unas tonalidades tan extraordinarias que la gente salía de sus casas para intentar darle un nombre a los colores. Estos se mezclaban de forma tan curiosa que no había nombre que les conviniera.
He hablado muchas veces de esto y de la casa también, de nuestra casa, pero he olvidado los árboles del jardín.
Desde principios de verano cogíamos unos frutos de los manzanos que, sin estar maduros, eran dulces como la miel. Nunca hubiera podido saber qué sabor tenían esas manzanas al estar maduras porque siempre nos las comíamos antes de tiempo.
Eso me priva de un recuerdo, pero ¿cómo se puede prever si uno es solo un niño?
Es tarde. Allí las noches eran inmóviles, las cortinas ni siquiera se agitaban delante de las ventanas, el silencio tamborileaba en la calle, teníamos miedo porque siempre había un hombre negro y malvado que se escondía en las montañas, caminaba hacia la ciudad y golpeaba a las puertas cerradas con doble cerrojo.
Antes de que el sol se levante tengo que hablar de todo.
Del río, del pozo con su rueda oscura, del verano alegre y esperanzador, del sol en nuestros rostros a las cinco de la mañana, del jardín de la iglesia.
Cada año el otoño nos sorprendía en aquel jardín con un puñado de hojas rojas que caían de los árboles de repente y nosotros pensábamos que todavía estábamos en pleno verano.
Era extraño, caían y caían formando en el suelo una capa cada vez más gruesa por donde caminábamos descalzos, todavía hacía calor, reíamos, empezábamos a tener miedo otra vez.

 The hart of London (fragmento) 1979 / Jack Chambers



Agota Kristof publicó El gran cuaderno en 1986.
Jack Chambers nació en Ontario. 

 <<<